MADRUGADA
Era una noche tranquila. La
luna, apenas visible por encima de las luces de la ciudad, observaba con su
invariable rostro el levísimo movimiento que se estaba produciendo allí abajo. El
mundo dormía, pero aquel hombre, una sombra en la madrugada, caminaba resuelto
hacia su destino por las solitarias calles que lo acompañaban.
Aer
No hay comentarios:
Publicar un comentario