lunes, 13 de junio de 2016

El poeta

EL POETA

El camino serpenteaba siguiendo el curso del río, que, a las afueras de la ciudad, salía de un pequeño bosque y se dirigía al mar. Las aguas eran cristalinas y transcurrían armoniosamente hacia su ineludible destino, llenando el ambiente de esa música apacible que sosiega el alma; pero en el fondo de ese cauce, donde apenas alcanza la vista si no se presta un poco de atención, las piedras formaban remolinos intranquilos que se reflejaban en los ojos de aquel que los miraba…
Era hombre y era poeta. Su vida había culminado con la gloria que alcanzan los osados, y había visto cómo sus sueños se iban cumpliendo uno a uno mientras los demás lo veían alzarse y burlarse de la muerte. Tal había sido su grandeza en vida que, cuando la caída sobrevino, levantarse se había convertido en una tarea ardua y cargada de imposibles.
Ya no había sueños que cumplir. Las pesadillas lo visitaban de noche y de día, y sus pensamientos se revolvían como un torbellino de oscuridad y zozobra. La paz se había esfumado, y el camino junto al río pronto llegaría a su fin…
Al tiempo que buscaba con desespero su salvación en el fondo de aquel río, aquello cuya ausencia le hacía parecer un muerto en vida, una mujer lo observaba desde la distancia,  impasible. Ella, que antaño había sido la inspiración del poeta y ahora no era más que una sombra lejana y callada para el hombre. Ella, que sabía que no era el objeto de su frenética busca…
El fantasma reanudó su camino, con paso torcido y pesado, hacia ninguna parte. Mientras tanto, navegando a la deriva de los delirios de su mente, unos versos olvidados se perdían para siempre en el devastador lecho del infortunio.

Aer

Los versos olvidados nunca se van del todo; permanece una vaga reminiscencia, difuminada, caprichosa, que obsesiona al poeta más ilustre hasta la locura…“

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