jueves, 25 de diciembre de 2014

Fortaleza


FORTALEZA

Solo cuando miras directamente esos ojos oscuros como una noche sin luna, te das cuenta de que te está retando. Y, entonces, todo a tu alrededor deja de existir: el mundo cesa de dar vueltas, el tiempo se detiene. No hay nada más, solo él y tú mismo. El viento ha dejado de soplar, expectante.
Ni siquiera te percatas de que la discusión ya no es verbal, sino que da paso a un forcejeo cada vez más intenso. Y ninguno cede. Los dos queréis ser el más fuerte.
Las miradas encontradas echan chispas, desprenden odio, mediante el cual tratáis de atravesar el espacio que os separa para herir al oponente. Tus dedos se crispan entre los suyos, sus uñas te laceran la piel. De momento, el marcador está igualado: no parece que ninguno lleve las de ganar. Él es fuerte, pero tú has aprendido a resistir su fuerza.
Entonces, sin lograr ver claro su triunfo, tu contrincante no puede sino transgredir las leyes de la nobleza para volver a situarse por encima de ti. Veloz como el rayo, alza la mano que mantenía a un lado durante el forcejeo.
Justo en ese instante, notas el contacto áspero y tenaz de su piel contra la tuya, seguido del sabor amargo de la sangre que empieza a brotar de tus labios y a bañar tus dientes como un torrente rojo y abrasador a causa del impacto.
Sin embargo, tú sabes que eres más fuerte que él, y que el acto de hacerte derramar sangre no implica que haya vencido. Y no te rindes, sigues de pie ante él, digno, sangrando, con la mirada rebosante de aversión y dispuesto a demostrar que, a pesar de ser más bajo, más flaco y más enclenque, tienes la fortaleza y el valor suficientes para no dejarte doblegar.


Aer

martes, 23 de diciembre de 2014

Invierno

INVIERNO

Hoy he ido a ver los patos del estanque. Era mediodía, hacía sol y me apetecía contemplar el cielo.
Siguen ahí. No se han ido este invierno. No se van nunca. Esperan ahí hasta que llegue un hombre con su leal compañero a darles algo de comer, o simplemente compañía.
Ni los patos ni las ocas emigran a un lugar más cálido; parece que aquí están a gusto. Los gorriones y las palomas también se quedan.
Parece que este invierno no voy a quedarme sola.
Algunas hojas han caído, las de los árboles de hoja caduca, y la nieve no ha venido a visitarme… salvo aquel frío día de noviembre en que apareció por la mañana, después de haber estado cayendo durante toda la noche… Apareció como una oleada de alegría y esperanza, una sorpresa para todos. Un momento en que todo niño lucía una ancha sonrisa en su cara, y todo el que no era niño volvía a ser niño otra vez, apenas por unos instantes en que las preocupaciones y los problemas se olvidan…
La nieve estuvo aquel día, apenas unas pocas horas, y luego se marchó. Y no volvió más. Volví a quedarme sola.
Pero los patos no se han ido. Siguen ahí, en el estanque, y no van a ir a ninguna parte. Se quedan conmigo.

<<Un año después…>>

¿Dónde está la nieve? ¿Dónde están esos campos nevados?
¿Dónde se ha ido el invierno, y el frío que te refresca por dentro?
Son preguntas sin respuesta que me hago cada mañana, cuando miro el cielo y lo veo encapotado con esas nubes densas que jamás me prometerán lo que más deseo.
Yo voy soñando caminos nevados…
Un invierno árido.
Un invierno vacío.
Ya ni siquiera voy al estanque a ver los patos, porque sé lo que me van a decir: “¿cómo es que destruís sin miramientos lo más bonito de un mundo que solía tener cuatro estaciones?” Además, no creo que me echen de menos: siempre olvidaba el pan que guardaba para ellos.
Pienso en la navidad, que se acerca inexorablemente, y ni siquiera quiero que llegue. Porque los niños que jugaban alegres en el parque ya no juegan ni están alegres. Y porque es una época de consumo que nadie sabe valorar como realmente merece. La navidad se ha convertido en algo meramente material; el espíritu navideño ha dejado de recorrer nuestras calles al tiempo que las alumbra, y la única luz que nos envuelve es artificial e impersonal.
Este invierno, la nieve no ha venido a visitarme. Y hoy la necesito más que nunca. Me estoy derritiendo de calor este invierno.
Todas las cosas bonitas se han ido y, en su lugar, solo me queda esa espina clavada.
Mientras la siento, sigo soñando caminos nevados.

Aer


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Como una tonta

¡Hola de nuevo!

Después de un fin de semana estresante y un éxito rotundo ante la facultad en pleno (o, al menos, yo me quedo con esa ilusa sensación), me decido a publicar un poema que escribí hace una semana, después de rehusar hacerlo por diversos motivos.

La idea se me ocurrió tras darme de bruces contra un muro sólido e infranqueable, y sentir una gran frustración al descubrir que no podía transformarme en fantasma para atravesarlo. En un sentido figurado. Porque lo que pasa, pasa, y ya no se puede cambiar porque es pasado. Aunque sí puedes aprender que existe una manera de vadear ese muro.



COMO UNA TONTA

Había una vez una princesa
Que vivía en un castillo,
Un palacio construido
Sobre cúmulos en el azul turquesa.

Esta princesa, de niña,
Soñaba con mundos extraños;
Había elfos, dragones y enanos
Que solamente ella veía.

Pero no lo sabía.

La princesa siempre se hallaba
Contando y escribiendo historias;
Le gustaba inventar la aurora
Inventando nuevas palabras.

Llamaba a los ángeles del cielo
Para que la escucharan
Y siempre les pedía que jugaran
Con la luz y sus destellos.

Pero no la escuchaban.

La princesa tenía un sueño
Que un día quiso cumplir:
Hasta lo más alto subir
Como un ave surcando el cielo.

Puso un pie primero en la ventana,
Luego el otro y se asomó;
Vio las nubes en su resplandor
Y con las manos quiso tocarlas.

Pero no llegaba y se estiró.

Rozó una nube con los dedos
Y ella sus lazos extendió,
Con todas sus fuerzas tiró
Y la princesa al fin alzó el vuelo.

Pero no voló.

Empezó a caer,
Y como una tonta cayó
Hasta que despertó.

Eso fue lo que más dolió.

                                                                     Aer

domingo, 7 de diciembre de 2014

La torre

¡Hola!

Hoy me encuentro con ganas de publicar algo, porque necesito desahogarme y creo que este es el mejor método: escribir y no quedártelo dentro. Y como pensando en métricas se me va más rápido el tiempo que pensando en todo lo malo de estos últimos días, he compuesto este poema, que es solamente una estrofa de diez versos octosílabos con rima consonante estructurada de la siguiente manera: abbaaccddc; es lo que se conoce como décima o espinela, en honor a su creador Vicente Espinel.

Espero que os guste. 



LA TORRE

Érase una torre erguida,
Madre y alma de la aldea,
Que, en lo que el sol parpadea,
Por la noche es engullida.
Por un rayo es abatida.
Cunde el caos en la llanura:
Baila con desenvoltura;
El nuevo infierno la aqueja,
El dolor se le refleja
Y siempre ardiendo perdura.


                                                Aer                       

viernes, 5 de diciembre de 2014

Palabras

¡Hola!

He de deciros que en mi vida siempre he tenido una meta (una de muchas, claro): escribir un soneto.

Tenía una idea en la cabeza y la escribí en forma de relato, pero no me convenció. Me gustaba la idea, pero el relato quedaba un poco cojo. Así que pensé que tal vez podía escribir un poema a partir de esa idea; sin métrica, completamente libre. Pero tampoco me convencía y lo descarté antes de acabarlo. Después se me ocurrió que siempre había querido escribir un soneto. Entonces me puse manos a la obra, y leí una docena de veces "Soneto de repente", de Lope de Vega, para quedarme con el soniquete (ya me lo sé de memoria). Para un poema creado a partir del pensamiento que tenía en mente, llevaba la longitud perfecta: cada cuarteto y cada terceto contenían la idea exacta. Todo era maravilloso aquel día en que por fin había logrado alcanzar una de mis metas, y también el día siguiente. Pero al tercero, la burbuja de felicidad estalló: resulta que, después de todo, no es un soneto. Podréis imaginar la frustración que me embargó entonces. Mi meta se ha desplazado y se encuentra un poco más lejos de lo que pensaba. Tendré que seguir intentándolo.

Aquí tenéis mi intento fallido de soneto. A ver si descubrís por qué.



PALABRAS

Son la tinta, el papel y las palabras
Armonioso mundo en orden perfecto;
Van las palabras construyendo versos,
El sol sonríe, grita y las alaba.

Mas al llegar la noche a este universo
El caos despierta y la armonía estalla;
Nadie las mira y como quieren bailan
Al son de su repentizado juego.

Pero las noches nunca son eternas,
Y todas deben volver a su sitio
Antes de que los días amanezcan.

Y siempre hay alguna en orden distinto,
Cansada de bailar la noche entera,
Que cambiará por completo lo escrito.

                                              
                                                                                              Aer