LA VÍCTIMA Y EL ASESINO
Crees que estás a salvo.
Pero te equivocas.
Sigue corriendo, no te pares. Es tu
última oportunidad de escapar. Olvida los moratones que revisten tu cuerpo y
ese corte en el labio. Nada importa ya. Solo corre y no mires atrás. Corre por
tu vida.
En los confines
de la ciudad tiene lugar la persecución. Es de noche; el mundo duerme y las
farolas emiten una luz apagada, pero en medio de la quietud dos personas corren
como alma que lleva el diablo. Dos personas que a simple vista no parecen tan
distintas, pero cuyas decisiones las convierten en lo que realmente son: un
asesino y una víctima.
Jamás podrás conmigo. No
importa cuánto corras, al final te alcanzaré.
Vamos, no desfallezcas, sigue. Se
cansará, solo tienes que resistir un poco más. Conoces la ciudad mejor que él,
aprovéchate de tu ventaja.
La mujer corre
veloz. Hacia ninguna parte. No tiene adónde ir y se limita a dar vueltas por
las calles que mejor conoce con la esperanza de agotar a su perseguidor y
dejarlo atrás. Por el momento, ese es su único objetivo. Sin embargo, a medida
que los altos edificios, oscurecidos bajo el frío manto de la noche, pasan
raudos junto a ella, las fuerzas la van abandonando poco a poco.
El hombre, en
cambio, tiene más confianza en sí mismo, sabe que va a ganar. Aunque no es muy
resistente, corre sin resuello, porque sabe que siempre podrá pararse, apuntar
y apretar el gatillo. Y nadie podrá
impedirlo.
Puedes denunciarme, una y
otra vez. Y ¿de qué te va a servir? De nada, idiota. Todo es mera palabrería,
no harán nada por ti. No deberías haberlo hecho, porque ahora no me queda otro
remedio que matarte.
Vigila los bordillos. No tropieces,
ahora no. Estás muy cerca. Si consiguieras acercarte un poco más al cuartel…
Pero lo notaría. Lo notará y entonces te matará. Pero ¿qué he hecho? Me prometieron
protección. ¿Dónde están ahora? ¿Por qué tengo que correr hasta la asfixia sin
que nadie acuda en mi ayuda? ¿Por qué, por qué, por qué?
La mujer no tiene
escapatoria y lo sabe. Analiza todas sus opciones y llega a la conclusión de
que no existe la salvación para ella. Se ha equivocado, con todas sus
decisiones desde que su vida se anclara a la de él. Y comprende que él tiene
razón, que, si la quiere matar, la matará, cuando y como él quiera. Lleva un
arma. Y ya la está sacando.
Fue una ilusa al
creer que lograría mantenerlo a raya. Lo único que consiguió al denunciarlo fue
una orden de alejamiento, eso y una bala en un pulmón y otra en el corazón.
La mujer expira,
víctima del maltrato y el asesinato.
Aer
Holii !!
ResponderEliminarOhhh llega hasta hay?? jajajaja me encanto, además sospecho que hay una relacion sentimental y el asesino simplemente piensa en su tiro!!
O no hay nada sentimental??
Me encanto :D :D
Hola, muchas gracias!
EliminarLa relación que tienen la mujer y el hombre es que son (o eran) pareja, pero él la maltrataba, y ella intentó escapar de él, sin conseguirlo.