jueves, 25 de diciembre de 2014

Fortaleza


FORTALEZA

Solo cuando miras directamente esos ojos oscuros como una noche sin luna, te das cuenta de que te está retando. Y, entonces, todo a tu alrededor deja de existir: el mundo cesa de dar vueltas, el tiempo se detiene. No hay nada más, solo él y tú mismo. El viento ha dejado de soplar, expectante.
Ni siquiera te percatas de que la discusión ya no es verbal, sino que da paso a un forcejeo cada vez más intenso. Y ninguno cede. Los dos queréis ser el más fuerte.
Las miradas encontradas echan chispas, desprenden odio, mediante el cual tratáis de atravesar el espacio que os separa para herir al oponente. Tus dedos se crispan entre los suyos, sus uñas te laceran la piel. De momento, el marcador está igualado: no parece que ninguno lleve las de ganar. Él es fuerte, pero tú has aprendido a resistir su fuerza.
Entonces, sin lograr ver claro su triunfo, tu contrincante no puede sino transgredir las leyes de la nobleza para volver a situarse por encima de ti. Veloz como el rayo, alza la mano que mantenía a un lado durante el forcejeo.
Justo en ese instante, notas el contacto áspero y tenaz de su piel contra la tuya, seguido del sabor amargo de la sangre que empieza a brotar de tus labios y a bañar tus dientes como un torrente rojo y abrasador a causa del impacto.
Sin embargo, tú sabes que eres más fuerte que él, y que el acto de hacerte derramar sangre no implica que haya vencido. Y no te rindes, sigues de pie ante él, digno, sangrando, con la mirada rebosante de aversión y dispuesto a demostrar que, a pesar de ser más bajo, más flaco y más enclenque, tienes la fortaleza y el valor suficientes para no dejarte doblegar.


Aer

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