CASTILLOS EN EL TIEMPO
Hubo un tiempo, cuando el cielo estaba
despejado, los días eran soleados y las noches luminosas cuajadas de estrellas,
en que tú y yo jugábamos a construir castillos de arena en la orilla del mar. Competíamos
por ver quién hacía el castillo más grande y más resistente a las olas, por ver cuál era
más alto y estaba más cerca de alcanzar el cielo. Todo era perfecto en nuestro
pequeño mundo de alegría e infancia, donde nuestra imaginación era capaz de
volar sin límites.
Sin embargo, en nuestro juego, no nos dimos
cuenta de que las olas empezaban a alzarse sobre nosotros; crecían y crecían,
pero no lo veíamos, o no queríamos verlo. Para entonces, el viento se había
levantado por fin: enfurecía las aguas y arrasaba con todo cuanto hallaba a su
paso.
Y, así, nuestro castillo de arena se
derrumbó. El viento se había colado entre cada grano y los había separado,
arrojando cada uno en una dirección distinta.
A veces recordamos lo resistentes que
parecían nuestros castillos de arena. Pero, si las cuerdas que atan los recuerdos
a la memoria se corroen, estos acabarán también por volar con el tiempo.
Aer
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