miércoles, 5 de octubre de 2016

Minuta

MINUTA

Quisiera ser diminuta. Ya soy pequeña comparada con la media de la población. Pero preferiría ser diminuta. Más pequeña que una hormiga.
Así nadie me vería; nadie me prestaría atención. Nadie se fijaría en un ente que no está a su altura.
Oculto mis ojos tras dos cortinas de pelo. Mis párpados me protegen del mundo exterior y apenas me dejan ver más allá del suelo que piso. En mi cabeza da vueltas una idea vaga, recuerdo de una infancia obsoleta: si yo no miro a la gente que me rodea, tal vez ellos tampoco me miren a mí. Cada mirada es como una daga que se clava en mi piel, que agujerea mi enclenque cuerpo hasta que de él escapan la ilusión, la confianza y la esperanza…, si es que alguna vez ha albergado alguna de esas cosas. Ojalá no existiera; ojalá fuese invisible; ojalá no tuviera un cuerpo que pesara tanto, que me hiciera sentir tan débil a los ojos de los demás. Quiero escapar de aquí, de esta tierra banal, pero aún no me han crecido las alas; sigo siendo un feo gusano que arrastra una carga demasiado grande en comparación con las fuerzas de que fue dotado.
Ojalá la vida no fuera tan injusta. Ojalá…
…fuera diminuta.

Aer

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