MINUTA
Quisiera ser diminuta. Ya
soy pequeña comparada con la media de la población. Pero preferiría ser
diminuta. Más pequeña que una hormiga.
Así nadie me vería; nadie
me prestaría atención. Nadie se fijaría en un ente que no está a su altura.
Oculto mis ojos tras dos
cortinas de pelo. Mis párpados me protegen del mundo exterior y apenas me dejan
ver más allá del suelo que piso. En mi cabeza da vueltas una idea vaga,
recuerdo de una infancia obsoleta: si yo no miro a la gente que me rodea, tal
vez ellos tampoco me miren a mí. Cada mirada es como una daga que se clava en
mi piel, que agujerea mi enclenque cuerpo hasta que de él escapan la ilusión,
la confianza y la esperanza…, si es que alguna vez ha albergado alguna de esas
cosas. Ojalá no existiera; ojalá fuese invisible; ojalá no tuviera un cuerpo
que pesara tanto, que me hiciera sentir tan débil a los ojos de los demás.
Quiero escapar de aquí, de esta tierra banal, pero aún no me han crecido las
alas; sigo siendo un feo gusano que arrastra una carga demasiado grande en
comparación con las fuerzas de que fue dotado.
Ojalá la vida no fuera tan
injusta. Ojalá…
…fuera diminuta.
Aer
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