domingo, 23 de octubre de 2016

Hora menguada

HORA MENGUADA

El mundo se marchita, como una flor que ya no vislumbra el sol entre las nubes. Los colores desaparecen, ocultos tras una mancha gris oscura. Nada tiene sentido, ni aquí ni ahora. Los días, una interminable sucesión de luz y sombra, ya no transcurren, y se han quedado suspendidos en la penumbra de un momento sin hora.
Adiós a la vida; al torbellino confuso y radiante de la existencia. Adiós a los sueños, y a las aventuras que me aguardaban ahí fuera ahí fuera, un lugar que podía alcanzar con solo cruzar el umbral de la puerta. Adiós, vida; adiós vivir; adiós, morir. Porque la muerte no llega; porque la muerte está pasando y no me lleva.
Yo, que era fuerte; yo, que era invencible, que me reía de la adversidad como quien se sabe con temple suficiente para derrotarla. En qué hora me volví tan débil. Yo, que antaño era la imagen de la vehemencia, no puedo evitar ahora que lágrimas inocentes y desesperadas bañen mi rostro cansado, pues ha venido el infortunio a llamar a mi puerta con la intención de quedarse conmigo durante mucho, mucho tiempo.

Aer

viernes, 14 de octubre de 2016

Invita Minerva

INVITA MINERVA *

Y llegó un tiempo en que dejé de escuchar sus voces. Tan esperadas, tan soñadas. No las oía por ninguna parte. Se escondían en recovecos extraños, donde no podía alcanzarlas. Las buscaba, día tras día, a cada instante; pero no aparecían.
Los momentos en que estaba sola eran monótonos y aburridos; no sabía qué hacer sin mis pequeñas criaturas correteando por ahí. Me sentía incompleta, indiferente a los hechos cotidianos, vacía de pensamientos que dieran un porqué a mi vida, un sentido de ser. Podría haberse incendiado la tierra, podría haber desaparecido el suelo, y yo no me habría enterado. Estaba encerrada en una pompa de jabón, opaca e insonorizada, ahogada por su ausencia.
Nadie venía nunca a visitarme. Hacía ya muchos años que me había olvidado por completo de la gente, de sus quehaceres, de sus risas; y ellos me habían olvidado a mí, me habían repudiado, por rara, por antisocial, por ilusoria. Ellos vivían su existencia efímera, mientras yo, ajena a su transcurrir diario, me labraba la inmortalidad. O lo intentaba. Pero eso era antes, cuando las voces de mis pequeñas criaturas todavía me hacían compañía. Eso era antes…
Entonces llegó un tiempo en que dejé de escuchar sus voces. Las estuve esperando, al principio con la paciencia que da la experiencia, después con cierta desazón punzante; tanto, que me olvidé de comer, de hablar, de dormir y hasta de vivir. Desesperada, comencé a buscarlas por todas partes y no las hallé. Y empecé a apagarme, igual que ellas. Sus voces distantes, antaño pregoneras de historias imperecederas, me habían abandonado.

*Invita Minerva (latinismo): literalmente quiere decir “contra la voluntad de Minerva”, diosa de la sabiduría. Puede traducirse como “las musas te dan la espalda” o “sin inspiración”.


Aer

jueves, 13 de octubre de 2016

La tinta fluye

LA TINTA FLUYE

La tinta fluye y deambula suavemente, sin descanso. Dibuja letras, construye palabras evocadas. La pluma avanza por el papel sin que nadie pueda impedírselo, continuando con su incesante sueño salvaje. La hoja en blanco se va pintando, poco a poco, trazado a trazado. Y así, entre delirios, la mente va trenzando pensamientos sin sentido, tratando de darles sentido, esperando así encontrar la paz que el mundo no le da.
La tinta fluye y deambula suavemente, sin descanso. Al cabo de un rato, ha tejido un cuadro que puede empezar a flotar.

Aer

jueves, 6 de octubre de 2016

Tabula rasa

TABULA RASA

La blancura que me envuelve me abruma. Es como una nebulosa, ondulante, hipnotizante. Me sumerjo en ella como en un sueño tranquilo, un trance, una adormecedora paz vacía.
Y no pienso; solo me dejo llevar.
Y no vivo; solo finjo existir mientras buceo en esta nada albina.
Y no soy, porque, mientras muero, callada, la vida estalla, y grita, y habla, y se manifiesta en un mundo donde el anonimato regala su nombre por doquier.
Y no soy, porque mi sangre, tinta extinguida, no ha teñido de palabras sempiternas la hoja en blanco que pudo haber sido escrita y nunca lo fue.

Aer

miércoles, 5 de octubre de 2016

Minuta

MINUTA

Quisiera ser diminuta. Ya soy pequeña comparada con la media de la población. Pero preferiría ser diminuta. Más pequeña que una hormiga.
Así nadie me vería; nadie me prestaría atención. Nadie se fijaría en un ente que no está a su altura.
Oculto mis ojos tras dos cortinas de pelo. Mis párpados me protegen del mundo exterior y apenas me dejan ver más allá del suelo que piso. En mi cabeza da vueltas una idea vaga, recuerdo de una infancia obsoleta: si yo no miro a la gente que me rodea, tal vez ellos tampoco me miren a mí. Cada mirada es como una daga que se clava en mi piel, que agujerea mi enclenque cuerpo hasta que de él escapan la ilusión, la confianza y la esperanza…, si es que alguna vez ha albergado alguna de esas cosas. Ojalá no existiera; ojalá fuese invisible; ojalá no tuviera un cuerpo que pesara tanto, que me hiciera sentir tan débil a los ojos de los demás. Quiero escapar de aquí, de esta tierra banal, pero aún no me han crecido las alas; sigo siendo un feo gusano que arrastra una carga demasiado grande en comparación con las fuerzas de que fue dotado.
Ojalá la vida no fuera tan injusta. Ojalá…
…fuera diminuta.

Aer